Crítica de Argo



 Comenzaré entonando el mea culpa al presentarme ante esta película sin más información que la correspondiente a Ben Affleck en su papel de protagonista, director y hasta productor de la cinta. Lo mío fue casi, casi lo que conocemos como una cita a ciegas. Y es lo que tiene el ser joven, y me atrevería a decir inculta, pues a los 20 minutos de película me encontraba fascinada por un guión absolutamente original y creativo. ¿Cómo alguien habría inventado tremenda trama? No hace falta detallar la escandalosa hostia que me he dado al caer de mi nube y descubrir que estaba ante un hecho real y documentado. Inmediatamente y sin poder yo evitarlo mi opinión sobre la película cayó al menos en dos puntos. Seré idiota...
Lo más llamativo de Argo es la precisión de Ben Affleck, aportando el humor necesario a esta historia impregnada obligatoriamente de dramatismo. De hecho, quizás estos momentos irónicos y relajados sean con los que me quedo. Por supuesto subrayo por esto la imprescindible participación de Alain Arkin y John Goodman. Así, destaca la escena de la aparición en pantalla de este último que es fastuosa, tanto que te invade ese sentimiento esperanzador de que estás ante una película importante.
He percibido, muy a mi pesar, ciertos atisbos de inseguridad por parte de Ben Affleck en su afán de rellenar la película con planos dignos y muy de la época, demasiadas florituras, demasiados y muy explícitos detalles que en su intento de meterte en la historia consigue todo lo contrario, recordarte permanentemente que estás viendo una película. A esta evasión a la realidad ayudan el vestuario y la caracterización desmesurada. A veces lo mucho se queda en nada.
Me he quedado con la sensación de un intento por parte de Ben Affleck de imitar a los grandes, a quienes conoce y admira, está bien que lo intente pero no sé si ha estado a la altura. Esos empeños de "mira lo que sé hacer" han alargado la trama haciéndola a veces aburrida. Eres joven, Ben y tienes un futuro prometedor de eso no cabe duda, eso sí, siempre, óyeme bien, siempre detrás de la cámara.
En resumen, una película que aspira a clásico y a la que ya han bautizado como peliculón. Yo me quedo en que es un buen intento de alguien que ama el buen cine, tiene mucho talento y le queda mucho que aprender. P'alante Ben, p'alante.




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