Crítica de Quemar depués de leer


Gracias al cansino y húmedo tiempo que nos está regalando este 2013 hoy he podido descubrir una de esas pocas películas que consiguen hacerte llorar de pura risa. Una de esas películas que hacen que durante una hora y media te creas un poquito más feliz y que te ayudan a olvidar que al otro lado de la ventana desluce un día gris y oscuro y que estás muy hasta las narices de ese frío que pela y de todas esas personas que deambulan sin licencia para conducir sus paraguas.
La criatura:“Quemar después de leer”.Casi cinco añazos. Los papás: Joel y Ethan Cohen, genios y figuras, más allá del bien y del mal y capaces de convertir un martes con pocas expectativas en casi-casi un punto de inflexión en tu vida (xagerá...).
Qué bueno poder reírnos de esa estupidez humana, la nuestra, genética, innata... Y qué bueno poder hacerlo desde casa, donde el pause se convierte en aliado para que puedas descojonarte libremente y sin prisas, sin perderte ni una coma de los diálogos y dándote un tiempo para secarte las lágrimas.
Muchas escenas de esta película siembran en mí la sospecha de que tras la cara no amable de John Malkovich se esconde una deidad de apariencia humana. Huelga decir que su interpretación, como todas, es magistral. Destaca también un Brad Pitt hiperactivo y adicto al chicle que de divertido se le perdona hasta que esté un pelín sobreactuado. Tampoco le voy a negar felicitaciones al señor del Nespresso, a quien le queda como un guante su papel de mezquino. Y ya para rematar una Frances McDormand totalmente divertida,exquisita y dulcemente idiota.
Los hermanos Coen retozan en las profundidades del absurdo para regalarnos un enredo de ingenio, escenas brutales e imágenes imborrables. Y como resultado una película original y muy digna, aunque es obvio que esta no es su obra más seria ni la más laureada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

PINCHA Y COMENTA